Se trata de un breve himno eucarístico que se cantaba en la consagración desde la Edad Media. Data del siglo XIV y se atribuye, entre otros al Papa Inocencio VI.
Ave verum corpus, natum
De Maria Virgine,
Vere passum, immolatum
In cruce pro homine,
Cujus latus perforatum
Unda fluxit et sanguine,
Esto nobis praegustatum
In mortis examine.
Salve,
Cuerpo verdadero nacido
de la Virgen María,
verdaderamente atormentado,
sacrificado en la cruz por la humanidad,
de cuyo costado perforado
fluyó agua y sangre;
Sé para nosotros un anticipo
en el trance de la muerte.
(traducción: Enrique Yuste)